martes, 22 de mayo de 2012

“Elefante Blanco”: entre lo real y lo ficcional




Un cura villero. Ese es el papel que le tocó encarnar a Ricardo Darín en “Elefante Blanco”, el último film del joven director cinematográfico Pablo Trapero.

La película está rodada íntegramente en ciudad oculta, una villa emergente localizada en la ciudad autónoma de Buenos Aires. Narra de forma cruda una realidad que existe y que en este caso se encuentra, como bien su nombre lo indica, oculta.

Ahora bien, ¿Era lo único que había para contar? Probablemente hayan existido infinidades de historias que podrían haber sido contadas, pero los guionistas decidieron   elegir una de ellas. ¿Cuál?, la del tráfico de drogas, la violencia entre los jóvenes, el desinterés por parte del gobierno de la ciudad en ayudarlos. Esto no está ni bien ni mal, sólo hay que tener en claro que la villa 15 (ciudad oculta) no es solamente lo que se muestra en los 106 minutos que dura el largometraje, que es un recorte de la realidad.

¿Por qué “Elefante Blanco”? Elefante Blanco es un edificio que está a medio construir y que fue pensado en 1937 por el diputado socialista Alfredo Palacios como uno de los hospitales más grandes de Latinoamérica. La obra fue abandonada y retomada por el gobierno de Juan Domingo Perón, pero tampoco pudo ser concluida (aunque intenciones por parte del gobierno nacional sobraban) debido a la caída del peronismo y la posterior llegada del autodenominado “proceso de reorganización nacional”. La obra nunca llegó a concretarse y en la actualidad persiste como símbolo del lugar.

Martina Gusman es la protagonista femenina, interpreta el papel de una trabajadora social, muy comprometida con las problemáticas que se van desarrollando a lo largo de toda la película. La dupla Gusman/Darín, Darín/Gusman fue más que probada y aceptada por el público y los medios en “Carancho” (también dirigida por Trapero). Ambos se transformaron en los actores fetiches del director. No es un dato menor el que Martina Gusman sea la esposa de Trapero y que este haya elegido a Ricardo como compañero de dupla actoral de ella. Son el complemento perfecto.

Jérémie Renier, el actor belga, termina de completar la lista de actores protagónicos. Él también interpreta a un cura villero y llega a ciudad oculta a trabajar porque conoce al padre Julián, el rol que desarrolla Ricardo Darín.

Gerónimo, el personaje de Jérémie Renier, va a crear vínculos muy importantes con Lucía (Martina Gusman) que le va a dar un toque diferente al film. No les voy a contar de que tipo son esos vínculos, así que usen la imaginación y vayan a apoyar al cine nacional. (No sean perversos en sus pensamientos. O sí, como quieran).

Una de las características del cine argentino (y de lo que muchos espectadores se quejan) es el ser lento, con muchos diálogos y poca acción o efectos especiales. Esta película tiene todo eso, pero a diferencias de otras esa lentitud que puede llegar a ser molesta en este caso no lo es; en un punto el espectador agradece que lo sea. Es decir, muchas de las escenas son representadas con planos cortos, con el fondo fuera de foco, con representaciones corporales y poco diálogo. Pero lo que se quiere contar no pierde el sentido, sino que todo lo contrario, se crea un clima de intriga atrapante.

Como ya se mencionó,  la película pretende dialogar con la realidad, y es en ese momento donde se destaca la figura y la obra del padre Mugica, quién trabajo en los barrios de emergencias hasta que fue asesinado. Cabe aclarar que NO es, como se dijo en muchos lados, su biografía. Pero sí está presente en todo el largometraje.

El final (no se asusten porque no se los voy a contar) es un tanto previsible, pero necesario. De alguna manera se anuncia casi a la mitad de la película, aunque toma un vuelco que el espectador no se espera y que sorprende.

La peli se estrenó el 17 de este mes y se espera que este en cartelera por mucho tiempo. No cuelguen y vayan a verla, y como siempre digo saquen sus propias conclusiones.








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