Imagina toda la gente viviendo en paz.
Imagina toda la gente compartiendo todo el mundo.
Tú puede decir que soy un soñador, pero no soy el único,
espero que algún día te nos una y el mundo vivirá como uno solo.
Jhon Lennon
No hablar es ocultar, negar, cegar la realidad. Es caer una y otra vez en el encasillamiento social determinado entre el hombre y la mujer, lo femenino y lo masculino. Comunidades como la de Travestis, Lesbianas, Gay, Transexuales e Intersexuales han sido acalladas por mucho tiempo. Hoy recobran su voz gracias a la aprobación de la primera Ley Nacional de Identidad de Género (año 2012), que los/as reconoce como miembros de un aparato político social, que acepta y respeta sus elecciones sexuales. Si bien se están gestando nuevas concepciones a nivel público respecto a género, institucionalizadas a través de nuevas leyes, ¿hasta qué punto estamos preparados como sociedad para aceptar y producir una apertura en la visión social respecto al sexo?
Para darle voz a los silenciados, cualquier tipo de representación ficcional o cultural de una identidad genérica minoritaria ayuda a posicionar la temática socialmente visible. Este es el caso de la intersexualidad, comúnmente denominada como hermafroditismo. La respuesta habitual, respecto de las identidades que están fuera de la heterosexualidad, o de la “normalidad”, es la de “de eso no se habla”. La condición de tabú no sólo priva a estas identidades de espacio discursivo sino que hace que resulten invisibles, como si no existieran.
Hasta el año 2007 no era común que las personas hermafroditas fueran protagonistas centrales de una novela o película. De alguna manera eran negados de la realidad. En este sentido, “XXY” la ópera prima de Lucía Puenzo (nacida en 1976) contribuyó de una forma muy positiva a la muestra de un género, que hasta hace muy poco, era considerado como algo “raro”. De esta forma, comenzó a resquebrajarse paulatinamente un paradigma social fuertemente instaurado. Pero sin embargo, la temática tratada continúa afuera de las discusiones a nivel público, que se dan en la sociedad por desinformación, desinterés y por una visión cultural hegemónica que rechaza todo lo que escape de lo que es considerado como "normal".
Vivimos en una sociedad en la que comúnmente se suelen realizar encasillamientos clasificaciones con respecto a las personas: Peronista o Radicales, gordos o flacos, altos o bajos. Puenzo, en una época donde no era común que la ficción se ocupara de esos temas, lo hizo asumiendo todos los riesgo que ello conllevaba; como por ejemplo que el público no entendiera su film o que lo rechazaran por mostrar lo oculto.
De una forma muy sensible y sutil la directora narra la historia de Alex (Inés Efrón), una joven de 15 años que nació con hermafroditismo y que creció tomando hormonas femeninas para suprimir sus rasgos masculinos ya que sus padres, Kraken (Ricardo Darín) y Suli (Valeria Bertuccelli), decidieron no mutilarla en el momento del nacimiento.
La familia, por miedo “al qué dirán”, abandona Buenos Aires y se instala en la costa uruguaya para aislar a su hija de la sociedad y para que creciera protegida de los prejuicios. Posteriormente la protagonista va sentir la presión y marginación de los habitantes de su ciudad, siendo catalogada como “la rara”. Como sociedad es necesario comenzar a construir una mirada diferente de lo que es ser intersex, para llegar a entender que no equivale a sentir dolor o tener que ser operado para definir un sexo y gozar de él.
La mirada del otro siempre está presente en cada uno de nuestros actos y pocas veces suele no importarnos. Nos movemos, decimos y hacemos en relación al otro. ¿Por qué?, simplemente porque somos seres sociales que vivimos en sociedad. Eso que hicieron los padres de Alex, también lo hacemos nosotros muchas veces. Nos ocultamos, escapamos para no dar explicaciones.
Los preconceptos que existen frente a la persona intersexual continúan muy sesgado en la sociedad y en varias ocasiones se lo banaliza confundiéndolos/as con el travestismo. Por el desconocimiento y desinformación, es un tema del cual no todos estamos enterados en gran medida. Los individuos tenemos más internalizados y aceptados a quienes eligen cambiar su sexo y/o apariencia física por una elección de vida, que a quienes nacen de esa forma y se aceptan tal cual son.
Otra joven cineasta que trabajó con el hermafroditismo fue Julia Solomonoff (nacida en 1968). En el año 2009 realizó “El último verano de la boyita”, un film absolutamente tierno y que además refleja lo desarrollado en la nota: los temas tabúes. El protagonista de la historia es Mario, un pequeño xxy que trabaja como peón en el campo, que enfrenta las inquietudes de un cuerpo que, de forma inesperada, comienza a sufrir transformaciones que él no comprende, pero que percibe como “anormal” y lo mantiene en secreto. Sus padres nunca le dijeron la verdad de su condición.
El niño conoce a Jorgelina, en quien deposita toda su confianza y le cuenta su gran secreto: -“Yo no soy igual que todos”, le dijo con miedo. A lo que ella le contesta de forma muy natural -“yo tampoco”. Sutilmente Solomonoff logra registrar la distancia que hay entre la naturalidad con que la nena acepta la diferencia y el malestar que manifiestan en los otros, como por ejemplo su padre y compañeros de trabajo. Ésta va desde la vergüenza a la negación, pasando por el castigo físico y psicológico.
La joven, pero no inexperta directora, realiza la misma lectura de la sociedad que hacemos nosotros en “Tapú”. En el año en que se realizó el rodaje de la película, se presentaron los proyectos y se iniciaron los debates para la sanción de la ley de Matrimonio Igualitario y la de Género, pero de todos modos decidió contar y hablar de lo que no se habla a nivel colectivo.
Tanto “XXY” como “El último verano de la boyita”, son dos películas que narran la identidad de las personas y la mirada del otro. Una perspectiva prejuiciosa, ambigua, cruel y en pocas oportunidades condescendiente. Una visión que aún continúa presente, aunque no de la misma forma. Decir que no se han producido cambios a nivel político y social sería caer en la mentira y en la negación. Pero queda mucho camino por recorrer, mucho que entender. Porque por más que se hable del tema y se intente naturalizarlo, si no comprendemos e intentamos ponernos en la situación del otro, todo puede llegar a resultar en vano.
Como sociedad tenemos que replantearnos muchas situaciones, involucrarnos e informarnos. No somos todos iguales y hablar de esas diferencias no es discriminar a lo que se sale de la norma, sino que hace que entendamos que existen tantas identidades como personas en el mundo. Aún con Ley de Matrimonio Igualitario y Ley de Identidad de género, muchas personas continúan bajos los cánones de blanco o negro, hombre o mujer.
XXY
Último Verano De La Boyita
Felicitaciones Jonathan!!! excelente nota!!! Pienso en lo orgullosos que deben sentirse tus padres a quienes los recuerdo llevandolos a la escuela y estando presentes en cada acto acompañando a sus hijos. Me alegra mucho verte adulto, inteligente y con buenos sentimientos!!!
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