lunes, 30 de diciembre de 2013

No hay calor que deje sin pacota al Niño


Diciembre es un mes riojano, escribía Arturo Ortiz Sosa en los años 60 para la corresponsalía del diario La Nación; es en este mes tan ardiente, en el que se juntan las familias y las fiestas de San Nicolás, el Encuentro y la Nochebuena, cuando los pastos se secan, y muchas familias desempolvan las cajas con las figuras de un Jesús recién nacido para "armar" el pesebre y esperar el canto de las "pacotas", homenaje que hace más de un siglo, jóvenes y adultos le dedican con coplas y vidalas navideñas. Transeúntes acompañó a una de ellas, desde el ensayo hasta la sexta y última visita.




—Por acá, por acá —gritó un hombre salido de la oscuridad. Saludaba desde la mitad de la calle. —La señora está enferma y los está esperando.

—Se viene el cuarto, no más. ¡Che, para allá! —Hulda, guitarrista y profesora de música, con su instrumento al hombro, dio media vuelta y guió a la “pacota”, el grupo de seis niños, dos bebés y unos cuantos adultos que habían salido a cantarle villancicos al Niño Dios. Caminaban todos juntos al ritmo que Panchi, de once años, marcaba sobre el tambor. Los demás cantaban, o conversaban, buscando la estrella de luz sobre la casa en la que estaba armado el pesebre. 

Los valientes del barrio, que escuchaban el alboroto y salían a la vereda dejando atrás el aire acondicionado, miraban encantados al grupo que avanzaba; algunos señalaban el camino, hacia tal o cual patio, o tal galería, o bajo esa parra; otros, habrán deseado “vestir”, como se dice en La Rioja, al niñito Jesús, para que la música llenara de cerca unos pocos minutos de la noche.

—Allá, allá, hay que cruzar —ordenó una de las pacoteras más grandes; llevaba dos nenas de la mano, miró a los demás y cruzaron todos juntos. Debajo de una estrella azul, hecha de alambres y luces, esperaba más gente. César, con el charango sonando, fue el primero que llegó, saludó, intercambió felicidades y todos pasaron al patio.

En una hilera semicircular, los dueños de casa y algunos vecinos aguardaban sentados frente al pesebre. Apenas unos focos encendidos colaboraban con la iluminación íntima y especial, dedicada a la imagen del Niño Dios, notablemente más grande que el resto de las figuras, ya que originalmente las familias ubicaban sólo al recién nacido, para ir agregando otras con los años.

Las figuras, cuentan, se heredan por generaciones y son guardadas con mucho cuidado hasta cada 8 de diciembre, cuando cada integrante de la familia cumple con su tarea asignada: se allana la tierra, se prenden estrellas, se busca y se pone pasto, se construyen pequeños lagos, y con bolsas de papel pintadas o cubiertas de polvo de ladrillo se forman montañas, refugio ante el sol siestero, como las de La Rioja misma. Más tarde se colocan las figuras de los reyes magos, los pastores, las ovejas y los burros, todos admirando al Niño, al que con orgullo se le obsequian también los primeros higos y las mejores uvas.



La guitarra dio el primer acorde, el charango y el tambor marcaban el ritmo, y los niños, con toc toc, panderetas y maracas caseras armadas con envases de yogurt, acompañaron el canto de los más grandes y cantaron ellos también:
Venid, pastorcillos,
venid a adorar,
que el Rey de los cielos
ha nacido ya.

Todos, visitantes y visitados, cantaban y aplaudían. Desde la calle sonaban los estruendos de las cañitas voladoras y petardos con los que los vecinos celebraban el homenaje del coro al Recién Nacido.

Con el final de los cantos, aparecieron la dueña de casa y sus hijas, felicitaron emocionadas a los pacoteros y les ofrecieron gaseosa bien fría y chupetines “para los más chicos”. Antaño, el refresco era aloja, una bebida dulce elaborada artesanalmente con el fruto del algarrobo; hoy, en cada pesebre, los agasajados convidan pan dulce y sirven agua mineral, gaseosas y hasta regalan bolsas con hielo, pues el calor es tan intenso que seca las bocas de los cantores y el frescor de las bebidas no dura mucho al aire libre.

Cuando los obsequios terminan, la pacota continúa su camino, en busca de estrellas o de invitaciones que muchas veces los hacen retroceder. Los chicos aprovechan para intercambiar instrumentos, enseñar a los menos experimentados las letras de los villancicos, y, entre gritos y saltos, se mojan la cabeza con agua fría, adelantándose a los carnavales chayeros que todos esperan, en un febrero más templado. 


jueves, 19 de diciembre de 2013

A lo que el cielo no pudo esperar

Por Daiana Gimenez


—La próxima vez que vengan va a estar más lindo —dice Javier. Tiene 21 años, el pelo ondulado, una barba incipiente, y un brillo en la mirada. Lleva una remera del Indio Solari; lo va a ver cada vez que puede, como a su otra pasión: Almirante Brown. Tiene un pantalón corto negro que dice CJS, la forma en que suele identificarse a Callejeros.
Javier es de La Matanza. Todos los días se toma el bondi a metros del santuario de Cromañon, así que pasa. Le da lástima como está. Ya no va nadie, dice. Nadie lo cuida. Así que se llevó una pala y un machete para limpiarlo. Para sacarle la maleza.
Tenía 12 años cuando ocurrió la tragedia de Cromañón.  Él no fue. No estuvo en ese recital porque días atrás ya había ido a verlos.  Desde los 10 años seguía a Callejeros; por lo general  iba con Lucas, su mejor amigo. Vivian juntos. A los recitales, a todos lados juntos. Cuando habla de él sus ojos marrones se iluminan más.
Hoy Javier tiene tatuada en su pierna derecha la palabra Callejeros junto con las zapatillas colgando, en amarillo y negro,  y el nombre de su amigo abajo.
El 15 por ciento de los muertos esa noche no había cumplido aún los 16 años; el 20, no llegaba a la mayoría de edad.  Lucas Gabriel Pérez figura como la victima 139, tenía 12 años. Era hincha de boca y  estudiaba en el Instituto Buenos Aires, de Isidro Casanova. La causa de su muerte: asfixia. Su foto en el santuario muestra un chico con una sonrisa tímida, una mirada decidida, gorra blanca y remera amarilla.
"No me dejaron verlo. Me dieron una bolsa con un cuerpo que, me dijeron, era mi hijo. Lo busqué dos días. Recorrí todos los hospitales", recordaba ante La Nación, un año después de la tragedia, Hilda Alvarado, madre de Lucas.
El 1 de noviembre Lucas hubiera cumplido 21 años. No recibió los saludos, a diferencia de muchas otras víctimas, con un cartel colgado en el santuario sino en las redes sociales. Javier en su cuenta de Facebook le deseaba un feliz cumpleaños lamentando no poder decírselo “en la cara” pero “más allá del dolor, tengo toda la paz del mundo al saber que todo lo que hago, todo, te pido opinión, consejo o simplemente una señal para ver si está bien o mal…te extraño tanto corcho, pero bueno, sé que un día nos vamos a encontrar y vamos a ser lo que supimos ser…”
La noche del 30 de diciembre la calle Bartolomé Mitre se vio repleta de gente. Corriendo los que podían, arrastrándose otros. Ante la lentitud de los sistemas, muchos chicos que pudieron salir esa noche volvieron a entrar para sacar gente, arriesgando su vida. Se calcula casi la mitad de las muertes de esa noche fueron chicos que ingresaron nuevamente al boliche.
El santuario se divide en dos partes y en muchas historias. La primera de estas partes está sobre Bartolomé Mitre, en la esquina con Ecuador, a unos 50 metros del boliche. Una cruz y una estrella de David se levantan  en la entrada de “El santuario de nuestros ángeles del rock” junto a unos banquitos desde donde se puede ver este homenaje hecho por familiares, amigos y sobrevivientes de Cromañón.
Un reloj de pared marca las 7.30 aunque sean las 16hs. Antes tuvo sus agujas pegadas con cintas en las 22.50, hora en que el 30 de diciembre de 2004, se desataba el incendio,  consumiendo así el futuro de 194 personas. Ahí están sus rostros, en una gran galería fotográfica que los inmortaliza en la memoria. Quizá uno de los objetos más significativos sean las zapatillas, que ya no tienen el color que tenían, que hace casi 9 años están colgadas ahí.
Los pedidos de justicia se hacen presentes con stickers, banderas y  recortes de diarios. El santuario señala con el dedo a Aníbal Ibarra, el entonces intendente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Omar Chabán, el gerente de Cromañón, quien fue detenido en diciembre pasado.
La segunda parte del Santuario está cruzando la calle, dedicado “A lo que el cielo no pudo esperar”. Ahí las fotos están llenas de hollín, por el paso de los autos. Un nylon busca protegerlas inútilmente de la lluvia; hay masetas sin flores ni tierra. Un cartel pide que no se orine ni se ensucie este lugar: lo primero, en apariencia, no pasa; lo segundo, sí. Botellas, plásticos, papeles, folletos pueblan el suelo.  A eso se le suman los yuyos y un pastizal que nace entre las piedras.
Ahí, entre medio de ese olvido, a los pibes se los recuerda.  “No permitas que olvidemos tu voz, ni tu sonrisa, ni tus abrazos de oso…” le escribió su familia a Leandro Schipak, un joven de 24 años, para el quinto aniversario de la tragedia. Dani le escribe  en cursiva a Tefi “es mi estrella, mi Dios, mi razón” citando a Callejeros; abajo, Juan, el 1 de julio de éste año, le escribe que siempre va a estar en su corazón.  A Abel, alguien en una larga carta dice que lo extraña. Es Sandra, su hermana, que dice estar orgullosa de él, y que sólo espera soñarlo para así compartir unos instantes juntos. Para recordar a Seba, Kari escribió junto a su foto “En mi corazón Gallina y Ricotero vivirá la sonrisa de un bostero”. A Diego Reinaldo Maggio le escribe su hermano menor, contándole de los nervios de esa noche, la desesperación por no saber nada de él, de imaginarse lo peor y que finalmente sea lo peor. Las palabras se repiten, el dolor de todos es el mismo.
Para Javier “no hay justicia, quienes están presos son ‘perejiles’. Entre ellos, Callejeros.” Como muchos, él cree en la inocencia de la banda. Este hincha de La Fragata también se pone la albinegra en defensa de los músicos, esa camiseta que reza “Justicia, Callejeros Inocentes” al igual que un gran número de artistas y referentes de nuestro país como Adriana Varela, Martin Palermo, Víctor Hugo Morales, Carlitos Tevez, León Gieco y  Estela de Carlotto.
La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo tiene un nieto involucrado de forma más directa. Es Juano Falcone, músico de Casi Justicia Social, la banda encabezada por el Pato Fontanet luego de la disolución de Callejeros. Falcone se convirtió en una especie de vocero de la causa. Tras la detención de Patricio y el resto de los miembros de Callejeros, comenzó, junto a sus compañeros y con otros militantes para pedir por la libertad de Callejeros.

Las responsabilidades

En la parte superior del boliche, hay una placa metálica, donde se lee
Bartolomé Mitre al 3066.
LOCAL DE BAILE
CLASE “C” DE LAGARTO S.A
B MITRE 3060
La propiedad estaba a nombre Nueva Zarelux, dueña, además, del hotel Central Park, pegado al boliche. La habilitación para usar el local está a nombre de Lagarto S.A, sociedad que le alquiló a Chabán el boliche. Detrás de este entramado de empresas están  Raúl Vengrover y Rafael Levy, los verdaderos dueños del boliche, este último condenado a cuatro años y medio de cárcel.
Hoy Cromañón es un gigante de verde y rosa. Arriba se viste de negro y no es pintura. Unos chicos de unos 10 años juegan a la pelota en la puerta que hace las veces de arco. Las fajas de clausura se gastaron con el paso del tiempo aunque deberían haber estado mucho antes. La habilitación de Lagarto S.A se vencía una semana después de la tragedia, sin embargo, para los peritos el local “tendría que haber sido clausurado porque el material de su techo era altamente combustible”.
Otra de las razones por la que Cromañón debería haber estado cerrado es por el exceso de público. 1.037 era la capacidad permitida. Ese número se triplicó. La noche en que ocurrió el incendio había más de tres mil personas. Según El Movimiento Cromañón,  que nuclea familiares y sobrevivientes, la policía recibía cien pesos por cada quinientas personas extra que se permitía ingresar.
Pero Cromañón no era el único lugar en estas condiciones. Así lo demuestra el “Efecto Cromañón” : según una nota publicada por Juano Falcone donde señala que “durante el 2005 las clausuras se multiplicaron y la cantidad de boliches funcionando se redujo considerablemente: en mayo de ese año había 55, en diciembre, 67. Una porción mínima de los más de 200 que funcionaban a fines de 2004. Las clausuras, sólo en el rubro boliches, ascendieron a 370”.

La situación de Callejeros




En el 2009 se absuelve a Callejeros. Sin embargo, la Justicia tenía que encontrar responsables  para calmar a la opinión pública (principalmente a los padres que están en contra de la banda) y el 17 de octubre del 2012 la Cámara Federal de Casación Penal  emitió un dictamen contra de Callejeros, declarándolos culpables del incendio ocurrido el 30 de diciembre del 2004 en el boliche Cromañón, bajo una condena de 5 a 7 años de prisión. “Solo por tocar”, dice Javier.
El 20 de diciembre de del 2012 se ejecuta esa pena y los músicos son arrestados de forma inconstitucional.  Hace un año.

“Un procesado debe tener 2 instancias condenatorias para que se ejecute la pena, no una. Ellos tienen una absolución y una condena” explica en simple palabras el famoso “doble conforme” Juano Falcone. “Por eso nosotros decimos que la prisión en esta instancia es inconstitucional, ni siquiera estamos nosotros saliendo a poder discutir la inocencia y el pedido de absolución, estamos  pidiendo que el próximo tribunal que los tenga que juzgar los haga con ellos en libertad” dice el nieto de Estela.
Para Falcone, la justicia se encuentra con un problema mucho mayor si Callejeros es inocente “porque realmente lo que falló para que Cromañón estuviera abierto fue todo un engranaje con el que el sistema trabaja, convive y sigue fallando hasta el día de hoy”.
Sin embargo, el panorama de Callejeros se ve hoy por hoy mucho más claro. Carlos Casal, procurador fiscal ante la Corte, presentó 14 dictámenes para que se revise el falló contra la banda, donde se pide que se suspenda la ejecución de pena (osea que los músicos queden en libertad) hasta que no haya un falló firme. Falta ahora la opinión definitiva de la Justicia.
Este 20, se va a llevar a cabo un masivo abrazo a Tribunales a un año de la prisión de la banda, pero el hecho no va a quedar ahí. Hay en el país más de 20 movilizaciones simultáneas, para pedir por la libertad de Callejeros y por una verdadera justicia por Cromañon.
Para Javier “es más fácil culpar a los que están abajo que a los que están arriba. Contra el poder no podés.” Para él, necesitaban un preso, alguien que pague, y ahí está Callejeros. Algo que cuesta entender, dice y con razón, que “una persona que canta, que toca la guitarra, no mata a 194 personas”.


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Santuario Cromañon, un álbum en Flickr.



jueves, 5 de diciembre de 2013

Let`s Hangout, otra forma de aprender idiomas en La Plata





Por Bárbara Dibene y Álvaro Vildoza
Fotos: gentileza de Let´s Hangout

—Che, ¿y ésta de qué país es? Creo que no la había visto nunca en mi vida —dice una rubia muy alta mientras señala una de las banderas que están sobre la mesa de entrada. A su alrededor, varios chicos intentan adivinar la respuesta y uno pelea con el sticker de una de Colombia. Casi todos eligen la de Estados Unidos, que indica que estuvieron allí o que pueden comunicarse con los que hablen en inglés; otros, le añaden una de Brasil, otros la de Francia, o la de Canadá. Algunos tienen tres o cuatro banderas pegadas en fila, desde el corazón hasta la panza.

En "Lo de Dardo", un espacio pegado al café del Centro Cultural Dardo Rocha, suena desde adentro el ritmo bossa que acompaña a los jóvenes organizadores del evento Let`s Hangout. Manuel Alfano es uno de ellos y quien hace las veces de mozo, yendo de la barra hasta las mesas de afuera, donde varios grupos de chicos comienzan a charlar entre sí.

La idea es simple pero efectiva, tener un espacio donde practicar idiomas "de una forma divertida y no convencional". Cada participante sólo tiene que elegir las banderas que representan los idiomas que conoce
y comenzar a charlar sin consignas ni temáticas establecidas. La libertad y la posibilidad de interactuar con gente que comparte intereses logra que la timidez se vaya perdiendo. Después de unos minutos, los recién llegados se integran y los acentos se mezclan.


Manuel aprovecha que todo está en marcha y se sienta a la mesa para contarnos sobre este proyecto que está en su etapa inicial. Nos invita una cerveza y sólo se interrumpe para saludar con una sonrisa a los que van entrando al lugar.

"Todavía estamos en plena prueba piloto, pero vamos bien. Cuando inauguramos tuvimos gran repercusión. Todo el mundo estaba contento y preguntaba cuando volvíamos a hacerlo. Este es el cuarto y último encuentro del año, pero esperamos seguirlo".

Fundación ciudad de La Plata funciona desde 1983 y busca promover y desarrollar, entre otras cosas, la cultura de la sociedad platense. El proyecto Let´s Hangout se gestiona gracias a ellos y el impulso dado por Manuel y otros jóvenes que participaron del programa de intercambios y voluntariados de AIESEC. Todos compartían las ganas de viajar y aprender las costumbres y características de otros lugares del mundo.

"Cuando nos juntamos con Pame y otras chicas para formar una especie de comité organizador, la idea fue pensar cómo articular el proyecto y conseguir el espacio. Por suerte, teniendo el apoyo de la fundación para acercarnos a la secretaría de cultura, pudimos conseguir este espacio y el año que viene esperamos poder ir rotando todos los meses".

Las historias de los que llegan al evento no son tan diferentes. Muchos se enteraron por el Facebook o por los comentarios "de un amigo de un amigo" y les llamó la atención. También comparten viajes por cursos o programas de intercambio y la necesidad de mantener y mejorar el idioma. Algunos parecen tímidos al principio, y otros rápidamente encuentran de qué hablar.

"Este es un buen momento para este proyecto. Se están generando movimientos culturales nuevos y originales, como las rodas. Esto innova para el platense porque no hay una "metodología". Acá se puede tomar algo, tranqui, e ir soltándose".

Manuel nos despide resaltando la ayuda de difusión que recibió de Pachi, dueño del hostel de Frankville, donde también funciona la radio que mantiene activa con los viajeros. Para el año próximo espera seguir el proyecto con sus compañeras, sumar gente y trabajar aún más para que Let`s hangout se conozca en toda la ciudad y logre posicionarse como una gran alterativa cultural y de aprendizaje,



Para encontrarlos en facebook pueden hacer click en: Let`s Hang Out.